martes, 9 de marzo de 2010

Robo salado


Ya sé que hemos dejado atrás el tema "La Boda", pero por increíble que parezca hay tantos preparativos para un evento de tal magnitud, que se presta a que la Ley de Murphy se aplique en más de una ocasión.


Remontémonos pues a un mes antes de la boda de Muñoncita y Chris Miguel, como se pueden imaginar, mientras ellos estaban en la locura dejando todo listo para que la bola de gorrones... digo invitados, llegaramos a la convebencia y nos la pásaramos increíble.


Lo menos que puedes hacer ya que fuiste invitado a una fiesta de proporciones épicas, en la que lo único que pones de coperacha es tu presencia y hartas ganas de echar desmadre, lo menos que puedes hacer es ir a comprar un regalo.


Así que Ojo Espía, la Princess (Jane, no piensen que el Duque), mi buen Inphi y su servilleta fuimos a una tienda departamental (no poner el nombre no es por evitar el comercial, es porque no recuerdo cuál fue).


¿Qué es lo primero que haces?... ¡Correcto! Imprimes la lista de regalos, que una vez que tienes en tus manos no queda más que agradecer que no es tu ticket del súper.


Y búscale, que si los vasos, que si los platos, ¿para qué carajos quieren un set de mamilas y un bambineto?... seguro lo pusieron sin querer Sese.


En una situación de esas que podemos conocer como "an accident waiting tu happen", alguién cuya identidad no revelaré sólo llamémosla OE, encontró entre tantos regalos unos bonitos saleros para su comedor.


"Mira y además de todo son del color de mi pared, obvio se van a ver increíbles... me los llevo"


Como buen caballero no podía permitir que la damicela se desgastara cargando por toda la tienda los méndigos saleros, así que ahí voy de ofrecidote y cárgolos mientras continuamos con nuestra misión de búsqueda.


No mames, tanta pinche tienda para que no encontremos el regalo perfecto. Ingesu, ¿y si les regalamos los mentados biberones? No, la neta es que sí son buenos amigos, los queremos un chingo y no nos podemos dar por vencidos en esta misión, por difícil que parezca.


Encontramos una sección de la tienda que no habíamos revisado.


-"Disculpe señorita, y esta sección ¿on ta?"

-"Noooo mi joven, esa está saliendito del lado este de la cosa donde cuelga eso de la luz"


Ok, vamos pa' juera, llegamos a la sección y mientras veíamos otro tanto de cosas que no eran lo que buscábamos, que me viene diciendo lo que viene siendo El Inphi.


-"Con qué facilidad te chingaste los saleros, qué naco eres"


¡Ay cabrón! Los traía en la mano, el poli me vio salir tan campante, el otro poli me vio entrar tan campante, bueno qué pasa con la seguridad de este lugar, para la otra mejor agarro la vajilla de 10 mil varos o ya de perdis un perfume o una botella de shampoo (del francés champagne), pero unos pinchurrientos saleros de 100 pesos, ya ni la chingo.


Y así mientras Inphi y las damicelas atentaban con duras críticas a mi Pepe Grillo, regresamos a comprar el regalo que al fin decidimos era lo que buscábamos para nuestros amigos y a pagar los méndigos saleros.


Quizá el secreto es hacerlo muy natural, como si ni tú te dieras cuenta... habrá que preguntarle a Thierta Cleptómana.

8 comentarios:

  1. No sé qué es más naco: si robarte unos saleros del Liverpool de Perisur o escribir más de una vez "damicela".

    No es tu culpa, actuario.

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  2. Realmente lo tuyo, lo tuyo... son los números. ¡Me acabas de decir nerd! y eso no podía quedarse así. Para todos, superen ésta: llegar al piso 7 de la PGR sin haberse registrado. Obviamente la bronca no fue llegar ¡fue salir!

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  3. Lo peor es regresar a pagarloooooo jajajajjajaja

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  4. Bueniisimo, me hiciste reír mucho...y sí..para qué regresaste a pagarlos??

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  5. Debieron pasar a la historia como un robo casual, como el de Muñoncita.

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  6. jajajaj no eran para ti munoncita si no para alguien que tiene una pared color roja jajajajaa

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